No es que me caigas mal. No es que te desea mal. Tampoco es personal. Pero ojalá que pises un lego... a pata pelá.
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It's not me not liking you. It's not me wishing you bad things. Nor is personal. But I hope you step on a lego... barefoot.
jueves, 26 de abril de 2012
lunes, 23 de abril de 2012
Disney en la cabeza
Me encuesta entender cosas...
muchas, unas obvias, otras difíciles, otras culturales, da lo mismo, solo que
muchas; y entre ellas están las películas de Disney.
Primero; las princesas Disney,
pero las típicas, como “La cenicienta”, “La Bella Durmiente”, “Blanca Nieves”, “La
sirenita” y “La Bella y la bestia”. Esas del típico final feliz donde la niña
vive en función del príncipe y listo, y no es que me moleste la parte de ser
una princesa de 14 años mantenida por un príncipe maravillosamente guapo en un
palacio maravillosamente increíble; el tema es cómo llegaron a convertirse en
princesas... es ahí donde me doy cuenta que mis enseñanzas de infancia fueron
impedimentos para convertirse en princesa precoz y mantenida. Lo que siempre me
dijeron cuando niña era: NO HABLES CON EXTRAÑOS. Y bueno... ahí estaba yo
hablándole a todo el mundo y sentándome a comer en cada mesa ajena que
encontraba, tanto fue que tuvieron que recurrir al siempre digno: arnés con
correa, y eso me hizo dar cuenta de que aparte de que contradecían mis
enseñanzas primordiales, sino que tampoco se aplicaban si actuabas como ellas.
Jamás apareció el príncipe al pedo sin nada que hacer, que casualmente se pasea
por su reino a caballo, SOLO, a la buena de Dios, donde escucha el canto
melódico e hipnotizante mientras están limpiando la casa (no entiendo que tiene
de entretenido y feliz fregar pisos) y salta a abrazarla y cantar con ella,
donde la princesa se asusta por 2 minutos, para después enamorarse e irse feliz
de la vida con el príncipe. Ya... eso NO pasa. Si un hombre salta mi muro, sin
conocerlo y sin permiso, no me enamoro, me asusto, llamo a los carabineros, me
pongo a llorar, no entendía por qué no se asustaban como las personas normales,
por qué los papás jamás le prestaban mucha atención, por qué tenían todas como
14 años, menos incluso.
¿Por qué a la Cenicienta se le
caía el zapato de cristal si se supone que la Hada Madrina se lo hizo a medida?
¿Qué tiene de romántico que le príncipe con el que bailaste toda la noche y se
supone que te eligió entre todas, se le olvide tu cara al minuto que te vas y
anda a la que te pilla con cada mujer joven y guapa del reino para ver a quien
le calzaba el zapato? ¿Quién se enamora y acepte vivir con un monstruo infeliz,
más malhumorado que nadie, que rompe todo y la trata pésimo? Con La Sirenita no me meto mucho porque era mi
libro preferido cuando chica y torturaba a mis papás millones de veces al día
para que me lo leyeran, hasta que aprendí a leerlo. Pero lo peor de las princesas
Disney que me pudo pasar, y que jamás entendí y que me perturbaba mucho era la
Blanca Nieves, encontraba muy raro que la niña de 14 años se fuera a vivir con
7 enanos que eran viejos y estaban enamorada de ella, que el papá jamás se
preocupó de buscar a su hija y ¡que el príncipe le diera un beso a una muerta!
Todos sabíamos que estaba muerta, menos los enanitos y el príncipe, y él va y
le da un beso, ¡¿Quién hace eso?!
Pasada la primera etapa de las
princesas: dulces y fáciles llegan las independientes que se convierten en
dulces y dóciles como las primeras... Mulán, Esmeralda, Megara, la de Aladdín.
Te demuestran que son totalmente independientes, que se la pueden todo, pero al
final igual se convierten en esposas Disney. Como que Disney quiere que me vaya
con el primero que se me cruce, me case y sea la esposa que refriegue los pisos
mientras canto de felicidad. Pero reconozco que amaba a la Esmeralda y lo único
que quería era ser como ella y ser gitana.
Lejos las mejores películas han
sido las de los animales, como la Dama y el Vagabundo, Oliver y su Pandilla,
Los Aristogatos, Bambi no, ni Dumbo, porque eran excesivamente tristes; el Rey
León, 1, 2 y 3, favorita.
Y hubo un lapsus de tiempo en que
estas películas me recuerdan a una infancia muy feliz, a recuerdos muy lindos,
como El camino al Dorado (BUENÍSIMA), Las Locuras del Emperador, El planeta del
tesoro, Lilo & Stich y Atlantis, son películas muy chistosas y felices, y
me acuerdo de los juguetitos que el Mcdonalds me daba de estas películas y que
los gozaba demasiado. Pero mi favorita de todos los
tiempos, ya que fue el primer niño que me gustó (si sé que es muy triste) es
Tarzán. Fuera de que es guapísimo, los animales y como se desenvolvían era muy
feliz, gracioso, amoroso. Para mí es el mejor romance, la mejor historia, la
mejor animación la mejor todo.
jueves, 19 de abril de 2012
Me doy cuenta que estoy mal de la cabeza.
Me doy cuenta de que estoy mal de
la cabeza cuando no ser rubia me da pena. Cuando empiezo a imaginarme
situaciones que nunca van a pasar en las que siempre nos vamos a encontrar y
terminamos juntos. Cuando en medio de una manicure me doy cuenta de que mis
manos son tan poco sensuales que parecen empanadas. Cuando me encantaría
pintarme las uñas de muchos colores maravillosos, pero que odio verlas pintadas
y la sensación del esmalte en los dedos. Cuando más gorda me veo, más ganas de
comer, y efectivamente como, me dan. Cuando lo único que quiero es estar
contigo, pero en el fondo no te soporto. Cuando me encantaría que mi vida fuera
estilo Skins, pero odio las maneras.
Me doy cuenta que estoy mal de la
cabeza cuando, movida por todo lo que siento por ti, debería dolerme que estés
con otra persona, pero realmente no me importa. Cuando disfruto más una fiesta
gay porque nadie está ahí para molestarme. Cuando mando a arreglar mi ropa
cuando yo sé que puedo arreglarla. Cuando sé que me las doy de independiente,
pero lo que realmente pasa es que sobrevivo de pura suerte. Cuando me encantan
los hombres bien vestidos, pero finalmente me fijo en lo contrario. Cuando
camino mejor en tacos de 15 cm que en zapatillas.
Me doy cuenta de que estoy mal de
la cabeza cuando pienso en vivir en una casa forrada en leopardo y mi auto.
Cuando me doy cuenta que prefiero ver Mundos Opuestos antes que un noticiero
sobre nuestro país cuando un terremoto lo asola. Cuando siento que una revolución
intelectual es mejor camino que la física, por lo que creo que no llegaremos a
ningún lado. Cuando realmente no soporto a Sheldon Cooper. Cuando me gusta el
helado en invierno, pero no en verano. Cuando me di cuenta de que no siento
culpabilidad por ninguna cosa que he hecho. Y por último, cuando solamente
puedo superar etapas con acciones de catarsis contra mi pelo.
martes, 17 de abril de 2012
Te extraño, pero no te extraño.
Hoy te extraño; pero no "te extraño". No es que me hagas falta, puedo continuar mi existencia, mi común conducta de día cotidiano; no me das pena, no me das indiferencia, no me das rabia, bochorno, pesar... nada. Sólo... te extraño. Pero no te extraño como eres ahora y extraño como me tratabas antes, como me hablabas antes, como te interesaba antes.
Hoy te puedo decir que estoy bien. Hace mucho que no podía hacerlo, hace... ¿un año, tal vez? Eso y un poco más. Ahora si me encuentro bien, ya no me pesas en el corazón; superé una barrera tuya que pensé que no superaría hasta volverme a enamorar, si es que alguna vez me enamoré de ti, claro. Superé todo lo idealizado de alguna vez que estuvimos juntos, de ese principio maravilloso que nadie más me dio y que tú jamás volverás a darme.
Así que, sí, te extraño, pero te extraño de mente, de recuerdo; extraño la forma en que me gustaría que fueras de nuevo conmigo; quiero que me hables y no me aguanto de hablarte y me odio por hablarte, pero lo sigo haciendo y es probable que lo siga haciendo, porque te extraño. Extraño tu cercanía, tu olor y tu interés.
Ya no te extraño de corazón, te extraño de cabeza. Te extraño imaginariamente. Extraño esa imagen tuya que yo quiero creer que puedes ser, pero que lo más probable es que nunca lo seas conmigo, o con nadie, porque estás miedoso de lo que puedes dar o porque eres un pendejo o no te importa, ¡que se yo!, pero me convenzo igual y me justifico igual. Te extraño buscándome, te extraño acariciándome, te extraño diciéndome linda, te extraño besándome, te extraño abrazado a mí. Pero al mismo tiempo, no me interesa que eso suceda, porque son sensaciones que viene una vez por mes, ya mas dispersas, prefiero extrañarlo, extrañarte, porque así después no me desilusiono otra vez... si ya te extrañé, ya me predispuse y lo más probable es que tu no estés ni cerca de querer lo mismo que yo o de poder dármelo, por más que quieras... o yo quiera.
Extraño la imagen tuya que se quedó adherida en mis recuerdos, que lo más probable que sea una versión un poquito mejor de la que verdad fuiste alguna vez; pero esa es la que me gusta y esa es la que escojo seguir extrañando.
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